Cada 14 de febrero se celebra el Día
del Amor y la Amistad en honor a San Valentín quien, en épocas del Imperio
Romano, casaba a parejas en secreto, debido a una prohibición del emperador.
Durante los siglos posteriores, se ha celebrado al santo relacionado al amor
pero no fue hasta el siglo XX que se extendió el festejo al popularizarse el
intercambio de tarjetas con mensajes amorosos que llamaron “Valentines”. A partir
de allí, empezó a crecer el mercado económico en la fecha, no solo con tarjetas
sino también con regalos alusivos al amor. Ha sido tan grande la publicidad
sobre el Día de San Valentín que se ha creado una presión mediática que empuja cada
vez más a sorprender a las parejas al hacer los planes más románticos, brindar regalos
espectaculares y hasta a consolidar su relación ese día. Al respecto, hay
varias películas alusivas al tema. El problema es que el festejo, muchas veces
resulta problemático no solo porque los restaurantes, parques y calles están abarrotadas
de parejas, sino también porque, en muchas ocasiones, se crean conflictos
porque las personas están esperando el día más romántico del año y las
expectativas son siempre más altas de lo que ocurre efectivamente. Se espera
que la pareja te sorprenda con una noche inolvidable o el regalo perfecto, como
sucede en las películas, y la realidad casi nunca es como uno se lo había
imaginado. Tal vez lo más adecuado es conversar del asunto y hacer un plan más
sencillo con el que ambos estén de acuerdo, ese día o cualquier otro. Después
de todo, cualquier festejo bajo presión, puede terminar siendo poco
satisfactorio.
Adhara Ampuero Sala
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta
Cel: 997 – 363 - 962